Club Editor publica otra novela del autor noruego Per Petterson (1952): Salir a robar caballos (en traducción de Carolina Moreno), de quien anteriormente ya habían publicado Hacia Siberia y Maldigo el curso del tiempo. El protagonista de esta historia, Trond T., abandona la ciudad para irse a vivir solo en una cabaña de una zona rural. Y viviendo en la montaña recuerda un verano de su adolescencia que resultó clave en su vida.
Naturaleza imponente
Petterson es sublime en el relato de la vida natural, porque en su obra el río, los árboles, los caballos, los prados y los perros juegan un papel tan central como las personas. Los individuos miden sus fuerzas con los elementos: con la corriente del río, con el grueso de la nieve, con el peso de los árboles, con la energía de los caballos… La fuerza y la perseverancia del hombre se hacen patentes en sus combates cotidianos con la naturaleza, pero es en estos mismos combates donde se pone de manifiesto la pequeñez y la fragilidad humanas. Leer Salir a robar caballos es sumergirse en la naturaleza escandinava, en sus gigantescos bosques, en sus ríos helados, en sus prados verdes… E inevitablemente sentirse subyugado por su grandiosidad.
A los que venimos del Mediterráneo, quizás lo que más nos sorprende de Salir a robar caballos no es tanto la frialdad del clima escandinavo, sino la de las relaciones humanas. Porque la aventura de Trond T. es una apuesta voluntaria por la soledad. Un hombre que renuncia a todo contacto con sus conocidos después de un trauma familiar (también Per Petterson sufrió un gran trauma cuando varios miembros de su familia murieron en un accidente de ferry). A la vez, de una forma u otra, por motivos muy diferentes, todos los personajes de la novela son seres con una gran dificultad por empatizar. Incluso el personaje más sociable, el padre del protagonista, acaba resultando mucho más misterioso de lo que parece a primera vista. Los personajes de Petterson son insociables porque, como los personajes de los clásicos rusos, siempre se sienten incómodos consigo mismos. No pueden vivir con armonía con el mundo, porque no consiguen vivir con armonía con ellos mismos.
Una grandeza que conmueve
Salir a robar caballos no es un libro que deje indiferente. La obra de Petterson remueve los sentimientos, porque sitúa a sus personajes en situaciones tremendamente difíciles: muertos, accidentes, amores imposibles, engaños, conflictos… Pero lo hace sin ni un pelo de sensiblería, y sin nada de ternura. Petterson dirige la historia de forma magistral, desarrollando la trama con precisión. Por eso, Salir a robar caballos resulta un libro intenso y a veces brutal. Intenso y a veces brutal como la vida misma.